23 abril, 2008

Viña del Mar

Había un silencio frío en la multidud que, ahi había quedado, tieso como una estatua. Desnudo sobre el escenario, salvo por esas medias rayadas y esa corbata a lunares. De repente, la quietud se disipa y el artista empieza a moverse de manera estrepitosa y emitiendo sonidos, mientras una extraña música sonaba de fondo. La gente seguía helada.
Se derretía, no la multitud, sino él y así continuaba consguiende diversas transformaciones todo el tiempo, repentinas, al ritmo de su música. Todo el tiempo se evaporaba, se fusionaba, se dividía y se restaba.
Cualquier otro público hubiese aceptado y hasta aplaudido tal performance pero, luego de una supuesta canción potente, lo cual hubiera sido un final espectacular en cualquier otro estadio del mundo, la multitud no emitía sonido alguno. Finalmente surgió un grito de guerra monstruoso, volaron botellas de vidrio por el aire, sangre por las botellas y llantos por la sangre. Vítores de victoria, público complicado el chileno si lo habrá.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿todo bien por alla? hace mucho que no escribes nada. Ojalà y sea mero capricho...